As 2020 has presented communities across the country with economic hardship, social unrest, and racial injustices, we look to our local history to help guide us through these troubling times. Curator and artist Grace Gutierrez, a Longmont native, recognizes the importance of learning local history. She took on the task of researching the significant events addressed in the exhibition. She has asked four Colorado based Latinx artists, Cal Duran, Javier Flores, Adrian Raya, and Ramon Trujillo, to create three Día de los Muertos altar installations to celebrate the lives and legacies of local Latinx individuals we have lost. These artists turn to our lost loved ones for answers, asking for guidance to lead us through social unrest and policy reform. Día de los Muertos 2020-Our Past and Present becomes an urgent reminder to learn from our history and reflect on the ways our ancestors stood for justice. Ultimately, we offer a space to celebrate the lives and legacies of influential Latinx individuals that have shaped this community.
Como 2020 ha presentado a las comunidades de todo el país dificultades económicas, disturbios sociales e injusticias raciales, nosotros buscamos en nuestra historia local para ayudarnos a guiarnos a través de estos tiempos problemáticos. La curadora invitada Grace Gutierrez, nativa de Longmont, reconoce la importancia de aprender la historia local. Gutierrez asumió la tarea de investigar los hechos significativos cuales son presentados en la exposición. Ella pidio a cuatro artistas Latinx de Colorado, Cal Duran, Javier Flores, Adrian Raya y Ramon Trujillo, que crearan tres instalaciones de altares del Día de los Muertos para celebrar las vidas y los legados de los Latinos locales que hemos perdido. Estos artistas se dirigen a nuestros seres queridos que han fallecido en busca de respuestas, pidiendo orientación para guiarnos a través del malestar social y la reforma de políticas. Día de los Muertos 2020: Nuestro Pasado y Presente se convierte en un recordatorio urgente para aprender de nuestra historia y reflexionar sobre las formas en que nuestros antepasados defendieron la justicia. Ultimadamente, ofrecemos un espacio para celebrar las vidas y los legados de personas Latinas influyentes que han dado forma a esta comunidad.
ADRIAN RAYA & RAMON TRUJILLO
JEFFREY “BEAVER” CORDOVA
AND JUAN LUIS GARCIA
Adrian Raya and Ramon Trujillo, friends and artistic collaborators, are painters of vastly different styles.
Raya’s practice challenges the ways in which the Western art canon has omitted minorities from its central discourse. His ability to mimic the masters is his way of poking fun at art history and rewriting a vital role for Latinx individuals.
Trujillo takes a different approach with a more contemporary style, emphasizing color and lively expression. With their collaboration, the artists present an altar for two friends, from two friends, honoring great loss.
Shootings of Jeffrey “Beaver” Cordova and Juan Luis García
An altar by Adrian Raya and Ramon Trujillo
On the evening of August 14, 1980, two Longmont men, Army veteran Jeffrey “Beaver” Cordova and Juan Luis Garcia were tragically shot and killed by Longmont police. The incident began with a routine traffic stop by rookie Longmont police officer John Davis. A group of five young passengers drove by in a 1976 Monte Carlo, all passengers Latinx except one Anglo, who leaned out of the car and shouted obscenities at the officer. Glenn Herner, another Longmont police officer witnessed the shouting, so he took off after the Monte Carlo. When Herner stopped the Monte Carlo in a parking lot near 11th Avenue and Main Street, the driver showed his identification. Herner was only interested in the man who had shouted at him: “I want you with the big mouth,” he said, pointing to the blond passenger. The man got out of the car, but when he realized that Herner was going to issue him a ticket for harassment, he refused to show his ID and tried to leave the scene. Both officers Herner and Davis—who had now arrived—struggled to subdue him. The driver of the car and one of the other passengers left the scene. Two of the passengers stayed behind to help their friend, Beaver Cordova and Juan Luis Garcia.
In the fight that followed, Herner pulled his gun and shot Garcia in the chest, apparently because he thought the flashlight Garcia was holding was a weapon. Shortly afterwards, Davis fired a shot into the air, and Cordova began to run across Main Street. Herner, who did not see who fired the second shot, thought that Cordova had wounded Davis and was fleeing with his gun. He took aim across the hood of his cruiser and shot Cordova in the back. Garcia died immediately, and Cordova died in the hospital a few hours later. Neither Cordova nor Garcia were armed.
Officer Herner was tried for manslaughter in March, 1981, but was found not guilty by an all white jury. The Longmont Latinx community was saddened and outraged by the trial outcome. Following the incident, a group of 12 Longmont Latinx community members created El Comité, a group advocating for police accountability and increased opportunities for Latinxs of Boulder County. El Comité set forth to interact constructively with Longmont’s City Council and police department to establish long-term policies and procedures to prevent similar tragedies from happening in the future. El Comité continues their mission to this day to improve the social, educational, and economic status of Latinx individuals and to facilitate communication and understanding between Latinxs and non-Latinxs.
Through a very intentional collaboration, artists Raya and Trujillo honor Cordova and Garcia, emphasizing the bond of two individuals. Collaged newspaper articles that ran in local publications following the shooting highlight the universal language of tragedy and loss. With disparities of police related deaths in black and brown communities 40 years later, artists Raya and Trujillo examine the continued importance of Cordova and Garcia’s story. The recent deaths of George Floyd, Breonna Taylor, Andres Guardado and countless others confirm that what we are dealing with is nothing new, but how we approach reform drives hope for future generations.
Sources:
McIntosh, M. K. (2016). Latinos of Boulder County, Colorado 1900-1980. Palm Springs, CA: Old John Publishing.
Tiroteos de Jeffrey “Beaver” Cordova y Juan Luis García
Un altar de Adrian Raya y Ramon Trujillo
En la noche del 14 de agosto de 1980, dos hombres de Longmont, el veterano del ejército Jeffrey “Beaver” Cordova y Juan Luis García fueron trágicamente asesinados a tiros por la policía de Longmont. Los hombres estaban entre amigos en su Monte Carlo cuando se cruzaron con los oficiales novatos John Davis y Glenn Herner en medio de una parada de tráfico de rutina. Un pasajero en su automóvil, el único anglosajón, gritó obscenidades a los oficiales cuando pasaban, lo que llevó a Herner a perseguirlos y detenerlos. En un estacionamiento cerca de la avenida 11 y Main Street, el conductor le mostró a Herner su identificación, pero el oficial solo estaba interesado en el hombre que le había gritado: “Quiero el de la boca grande”, dijo, señalando al pasajero rubio. El hombre salió del auto, pero cuando se dio cuenta de que Herner le iba a dar una multa por acoso, se negó a mostrar su identificación y trató de abandonar el lugar. Tanto el oficial Herner como Davis, que acababa de llegar a la escena, lucharon por someterlo. El conductor del automóvil y uno de los otros pasajeros huyeron la escena. Dos de los pasajeros, Jeff Cordova y Juan Luis García, se quedaron atrás para ayudar a su amigo.
En la pelea que siguió, Herner sacó su arma y le disparó a García en el pecho, aparentemente porque pensó que la linterna que García sostenía era un arma. Poco después, Davis disparó al aire y Cordova comenzó a correr por Main Street. Herner, que no vio quién disparó el segundo tiro, pensó que Córdova había herido a Davis y huía con su arma. Apuntó a través del capó de su crucero y le disparó a Cordova en la espalda. García murió de inmediato y Córdova murió en el hospital unas horas después. Ni Córdoba ni García iban armados.
El oficial Herner fue juzgado por homicidio involuntario en marzo de 1981, pero fue declarado inocente por un jurado completamente blanco. La comunidad Latinx de Longmont estaba entristecida e indignada por el resultado del juicio. Después del incidente, un grupo de 12 miembros de la comunidad Latinx en Longmont creó El Comité, un grupo que aboga por la responsabilidad policial y el aumento de oportunidades para individuales Latinxs del condado de Boulder. El Comité se propuso interactuar de manera constructiva con el Concejo Municipal y el departamento de policía de Longmont para establecer políticas y procedimientos a largo plazo para evitar que ocurran tragedias similares en el futuro. El Comité continúa su misión hasta el día de hoy de mejorar el estado social, educativo y económico de las personas Latinx y facilitar la comunicación y el entendimiento entre Latinx y no Latinx.
Los artistas Raya y Trujillo honran a Córdoba y García a través de una colaboración muy intencionada, enfatizando el vínculo de dos personas. El colage de artículos de periódicos publicados por publicaciones locales después del tiroteo resaltan el lenguaje universal de la tragedia y la pérdida. Con disparidades en las muertes relacionadas con la policía en comunidades Afroamericanas y morenas 40 años después, los artistas Raya y Trujillo examinan la importancia continua de la historia de Córdova y García. Las muertes recientes de George Floyd, Breonna Taylor, Andrés Guardado y muchos otros confirman que lo que estamos tratando no es nada nuevo, pero la forma en que advocamos para una reforma impulsa la esperanza para las futuras generaciones.
CAL DURAN
ANTI-KLAN PROTESTS OF
JOSE HILARIO CORTEZ
With strong ties to ancestral practice and craft tradition, Cal Duran creates objects to celebrate his cultural identity.
A ceramic sculptor, painter, and mixed media artist, Duran embraces his spirituality in all his works to authentically reflect his experiences and truths. With his altar installation, Duran addresses Longmont’s racist history of Ku Klux Klan presence, telling the story of the locals that organized to fight back against white supremacy.
Las protestas de José Hilario Cortez contra el capítulo del Ku Klux Klan de Longmont:
Un altar de Cal Duran
Muchos Estadounidenses a principios del siglo XXI piensan que el Ku Klux Klan solo estaba activo en el sur de los Estados Unidos, dirigiendo su odio y linchamientos contra los Afroamericanos. Puede parecer sorprendente que la organización tuviera una fuerte presencia en Colorado y saber que sus ataques en Longmont estaban dirigidos contra los Latinxs. El KKK surgió en el condado de Boulder en 1922 cuando Klavern No. 1 de Colorado (basado en Denver) inició a 200 miembros en un nuevo Klavern en Boulder, solo para despertar rápidamente el interés de un grupo de tamaño similar en Longmont.
Los miembros del Klan dominaron el gobierno de Longmont a mediados de la década de 1920. La mayoría de los concejales de la ciudad, el alcalde, los miembros de la junta escolar y varios otros estaban afiliados al Klan. Los miembros del Klan ondearon su bandera en el poste oficial de la ciudad y erigieron una cruz de 8 pies con luces rojas eléctricas en la intersección de Main Street y Fourth Avenue. El Longmont Times-Call, un partidario del Klan en ese tiempo, describió la cruz como “la decoración más efectiva y hermosa de su tipo jamás exhibida en Longmont”. Aparecieron carteles en las tiendas y restaurantes locales que decían “Solo para Blancos”, “Solo comercio Blanco” o incluso “No se permiten Mexicanos ni perros”. Casi al mismo tiempo, hubo un desfile masivo del Klan en el que aparecieron entre 2,000 y 3,000 miembros del Klan del norte de Colorado, todos marcharon por Main Street con sus capuchas blancas. En esos tiempos, Longmont tenía alrededor de 6,000 residentes, y la aparición de tantos miembros del Klan era aterradora para muchos.
José Hilario Cortez, el líder informal de la comunidad latinx de Longmont durante la década de 1920, denunció abiertamente la presencia del Klan en la política. Cortez era una persona a la que los hispanohablantes locales acudían en busca de consejo y era alguien que jugó un papel importante en el avance y la política de los Latinxs. Seguido celebraba reuniones comunitarias en su casa y animaba a todos a votar. Según la leyenda local, en algún momento de la década de 1920, hubo un enfrentamiento entre el Klan y un grupo de hombres latinx en la esquina sureste de la Tercera Avenida y Martin, el área donde se reunían los del Klan. En una reunión nocturna aparecieron decenas de latinx armados, encabezados por José Hilario Cortez. Advirtieron al Klan que si alguno de ellos resultaba herido, responderían con venganza.
El artista Cal Duran celebra a Cortez y sus hombres por enfrentarse al KKK y “sacar” a su odio de nuestra comunidad. Con reliquias escultóricas que representan escenarios de la historia racista de Longmont, Duran se inspira en retablos, obras devociónales creadas detalladamente para contar historias impactantes y espirituales. El se enfrenta a la muerte, retratando el último momento de alguien con honor y gracia, pero se niega a ignorar el resultado violento de la intolerancia y el racismo. Duran cree que el acto mismo de crear conduce directamente a nuestros antepasados, y con este altar muestra gratitud por lo que han logrado por noso.
The protests of José Hilario Cortez against Longmont’s Ku Klux Klan Chapter
An altar by Cal Duran
Many Americans in the early twenty-first century think that the Ku Klux Klan was only active in the southern parts of the United States, directing their hatred and lynchings against African Americans. It may come as a surprise that the organization had a strong presence in Colorado, and to learn that its attacks in Longmont were targeted at Latinxs. The KKK emerged in Boulder County in 1922 when Colorado’s Klavern No. 1 (based in Denver) initiated 200 members into a new Klavern in Boulder, only to quickly spark interest with a similar sized group in Longmont.
Klan members dominated Longmont’s government in the mid-1920s. A majority of the city councilors, the mayor, school board members, and various others were Klan affiliated. Klan members flew their flag on the city’s official pole and erected an 8-foot cross in electric red lights at the intersection of Main Street and Fourth Avenue. The Longmont Times-Call, a Klan supporter at the time, described the cross as “the most effective and beautiful decoration of its kind ever displayed in Longmont.” Signs appeared in local stores and restaurants saying “Whites Only,” “White Trade Only,” or even “No Mexicans or Dogs.” Around the same time, a massive Klan parade where about 2,000 to 3,000 Klan members from northern Colorado—all in their white hoods—marched down Main Street. Longmont had about 6,000 residents at the time, and the appearance of so many Klansmen was frightening to many.
José Hilario Cortez, the informal head of Longmont’s Latinx community during the 1920’s, openly denounced Klan presence in politics. Cortez was a person to whom local Spanish-speakers turned to for advice and was someone who played a major role in Latinx advancement and politics. He often held community meetings in his home and encouraged everyone to vote. According to local legend, sometime in the 1920s, there was a showdown between the Klan and a group of Latinx men on the southeast corner of Third Avenue and Martin, which was the area the Klan’s rallies were held. At one nighttime meeting, dozens of armed Latinx men appeared, led by Jose Hilario Cortez. They warned the Klan that if any one of them was harmed, they would respond with vengeance.
Artist Cal Duran celebrates Cortez and his men for driving the KKK and their hatred out of our community. With sculptural relics depicting scenarios from Longmont’s racist history, Duran draws inspiration from retablos, elaborate devotional works created to tell impactful and spiritual stories. He confronts death, portraying someone’s last moment with honor and grace but refuses to ignore the violent outcome of bigotry and racism. Duran believes the very act of creating directly channels our ancestors, and with this altar he shows gratitude for what they have accomplished for us.
Sources:
Account by Patsy Cordova, great-granddaughter of J. H. and Sabina Cortez of Longmont, of their religious practices, written around 2007-9.
McIntosh, M. K. (2016). Latinos of Boulder County, Colorado 1900-1980. Palm Springs, CA: Old John Publishing.
JAVIER FLORES
LOS SEIS DE BOULDER
Javier Flores is an art educator and multimedia artist specializing in printmaking. He is very active in community art projects, teaching for MSU Denver, Museo de las Americas, and Access Gallery.
His work recontextualizes ancient indigenous imagery and Aztec codices to discuss modern topics and social issues. His ability to discuss his own adversity makes for approachable and compassionate work. Flores created an altar for Los Seis de Boulder, a group of six Boulder activists that were killed in a series of car bombings during the Chicano movement of the 70’s.
Los Seis de Boulder
Un altar de Javier Flores
El 27 de Mayo de 1974, un automóvil estacionado cerca del Auditorio Chautauqua en Boulder explotó con tanta fuerza que sacudió edificios y casas en kilómetros a la redonda y se pudo escuchar en la mayor parte de la ciudad. En el automóvil había tres ocupantes jóvenes, todos matados por la explosión: Reyes Martínez, de 26 años, Una Jaakola, de 24 años, y la estudiante de la Universidad de Colorado, Neva Romero, de 21 años. Dos días después, otro automóvil explotó de manera sospechosamente similar en un estacionamiento de Boulder. En la segunda explosión murieron Francisco Dougherty, de 20 años, Heriberto Terán, de 24 y Florencio Granado, de 31 años. Los seis individuos, a quienes ahora se hace referencia como Los Seis de Boulder, eran todos amigos y compañeros activistas Chicanos muy comprometidos con el Movimiento Chicano de Colorado.
Durante ese tiempo, una gran cantidad de estudiantes latinos que asistieron a CU Boulder participaron activamente en grupos como MAP (Programa de Acción Migrante) y la UMAS (Organización de Estudios Unidos México-Americanos) protestando problemas globales y locales que afectaban a su gente. Los principales temas de interés en los grupos incluyeron la guerra de Vietnam, la opresión causada por la colonización por los Estados Unidos, las condiciones de trabajo agrícola y las leyes de igualdad de oportunidades. A la universidad no le gustó el impetu que estos grupos estaban ganando y retrocedieron, agregando a cientos de miembros Latinx de UMAS a una lista negra a con órdenes de restricción que les impedían entrar a la univesidad, llegaron a “perder” sus archivos de ayuda financiera y recortaron su programación. En mayo de 1974, justo antes de que ocurrieran los bombardeos, UMAS se organizó para ocupar la oficina de igualdad de oportunidades en CU Boulder o, TB-1, para tocar el tema de la lista negra. Lo que siguió fue una tragedia que sacudió a la comunidad Latinx del condado de Boulder.
Entidades gubernamentales como el FBI y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos y la policía local insisten en que los seis jóvenes activistas poseían bombas caseras mal construidas y que las explosiones fueron accidentales. Sin embargo, amigos, familiares, la comunidad Latinx de Boulder y la comunidad Latinx en general, creen que Los Seis fueron asesinados por su activismo político y, en algunos casos, por sus roles de liderazgo dentro del Movimiento Chicano. Estos seis jóvenes siguen siendo símbolos poderosos dentro de la comunidad Latinx. Después de 40 años, los dos bombardeos siguen siendo algunos de los delitos más importantes sin resolver en la historia del condado de Boulder.
Javier Flores honra a los Seis de Boulder en este altar, honrando sus esfuerzos y vidas. El activismo y la protesta son herramientas fundamentales para el cambio, y Flores celebra las contribuciones que hicieron Martínez, Jaakola, Romero, Dougherty, Terán y Granado. Flores juega con la idea de compartimentar con su retablo escultórico. Los individuos desempeñan muchos roles diferentes; los Seis de Boulder eran estudiantes, activistas, revolucionarios, pero también amigos y familiares. Estos roles contribuyen a un todo más grande, nuestra comunidad Latinx local, la comunidad Latinx en general e incluso nuestras familias. Flores afirma que los altares están destinados a representar a nuestra familia y antepasados, pero también nos obligan a cuestionar a quién consideramos familia. Recivir a otros en nuestro propio círculo familiar es un acto de revolución, y los Seis se han convertido en miembros importantes del pasado de nuestra comunidad.
The Boulder Six
An altar by Javier Flores
On May 27, 1974, a car parked near Chautauqua Auditorium in Boulder exploded with so much force that it shook buildings and homes for miles around and could be heard throughout most of the city. In the car were three young occupants, all killed by the explosion: 26-year-old Reyes Martinez, Una Jaakola, age 24, and University of Colorado student Neva Romero, age 21. Two days later another car exploded in suspiciously similar fashion in a Boulder parking lot. Killed in the second blast were Francisco Dougherty, 20, Heriberto Terán, 24, and Florencio Granado, age 31.The six individuals, who are now referred to as Los Seis de Boulder, were all friends and fellow Chicano activists heavily engaged with Colorado’s Chicano movement.
During the time, a large number of Latinx students attending CU Boulder were active in groups such as MAP (Migrant Action Program) and the more politically charged UMAS (United Mexican American Studies Organization) protesting global and local issues affecting their people. Major topics of interest in the groups included the Vietnam War, oppression caused by U.S. colonization, farm working conditions and equal opportunity acts. The university disliked the momentum these groups were gaining and pushed back, targeting members of UMAS by “losing” their financial aid files, cutting their programming, and blacklisting hundreds of Latinx students from campus with restraining orders. In May, 1974, right before the bombings occurred, UMAS organized to occupy the equal opportunities office at CU Boulder or, TB-1, to address the blacklisting. What followed was a tragedy that shook Boulder County’s Latinx community.
Government entities such as the FBI and Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives and local law enforcement insist the six young activists possessed poorly constructed homemade bombs and the explosions were accidental. However, friends, family, Boulder’s Latinx community and the Latinx community at large, believe that Los Seis were killed because of their political activism and, in some cases, leadership roles within the Chicano Movement. These six young individuals are still powerful symbols within the Latinx community. After 40 years, the two car bombings are still the most important unsolved crimes in Boulder County history.
Javier Flores honors los Seis de Boulder in this altar, honoring their efforts and lives. Activism and protest are fundamental tools leading to change, and Flores celebrates the contributions Martinez, Jaakola, Romero, Dougherty, Terán, and Granado made. Flores plays with the idea of compartmentalizing with his sculptural altarpiece. Individuals play many different roles; los Seis de Boulder were students, activists, revolutionaries, but also friends and family members. These roles contribute to a larger whole, our local Latinx community, the Latinx community at large, and even our families. Flores states that altars are meant to represent our family and ancestors, but they also force us to question who we consider family. To embrace others into our own family circle is an act of revolution, and los Seis have become significant members